Ríos, Jerónimo (2021): Historia de la violencia en Colombia. 1946-2020. Una mirada territorial. Madrid: Sílex Ediciones, 488 pp. ISBN: 978-84-18388-35-4.
Gago Antón, Egoitz
https://orcid.org/0000-0003-1064-6377
Pontificia Universidad Javeriana de Colombia, Colombia
Año | Year: 2021
Volumen | Volume: 9
Número | Issue: 1
DOI: http://dx.doi.org/10.17502/mrcs.v9i1.465
Recibido | Received: 22-3-2021
Aceptado | Accepted: 12-4-2021
Primera página | First page: 191
Última página | Last page: 192
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Crítica de libro: Historia de la violencia en Colombia. 1946-2020. Una mirada territorial
Un estudio sobre la violencia en Colombia pudiera parecer, a simple vista, que es algo sobre lo que ya se hubiera podido escribir todo. Una suerte de llover sobre mojado que abruma a la comunidad académica en diferentes ámbitos de su saber, especialmente cuando el tema, tras más de cinco décadas, sigue estando de plena actualidad. Así, uno de los trabajos más difíciles que tiene ante sí el investigador científico social es el de discernir, entre tanta producción, cuáles son esos trabajos seminales, que mejor se acercan a los estándares de rigurosidad, alcance e impacto, y cuyo valor es ineludible para avanzar en la generación de conocimiento crítico y aplicado.
El libro que nos trae a estas líneas cumple con creces este objetivo. Durante los años que cubre el texto, que no son pocos, se han escrito incontables obras que aspiran a explicar, de manera más o menos afortunada, los que han sido los pormenores de la violencia en Colombia. Trabajos como La violencia en Colombia de Gerardo Guzmán, Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña, o los estudios de Daniel Pécaut, Eduardo Pizarro, Francisco Gutiérrez Sanín o Gonzalo Sánchez son algunos de los más destacados por su altísima calidad y relevancia en el estudio de la violencia en Colombia. Sin embargo, no es exagerado considerar que este libro de Jerónimo Ríos, con casi cuarenta entrevistas en profundidad con actores protagonistas de la violencia, bien puede incluirse en esta lista.
El autor nos presenta un conflicto abordado desde la perspectiva territorial de las organizaciones armadas que han existido en Colombia. Desde las guerrillas campesinas creadas tras la segunda guerra mundial y que protagonizarían las distintas fases de La Violencia, hasta las guerrillas y organizaciones paramilitares de finales del siglo XX, y que en algunos casos llegan a la actualidad. De este modo, se expone de manera magistral cómo estas estructuras armadas van modificando su manera de actuar dentro de la violencia y cómo sus objetivos mutan en función del contexto político y las coyunturas locales. Así, su naturaleza se encuentra profundamente afectada por la presencia de una criminalidad que desde los años ochenta explora un camino sin retorno: el vínculo con el narcotráfico.
No obstante, no sólo la violencia política en Colombia tiene que ver con el recurso de la droga y las organizaciones armadas. Estos actores y la disputa por los ingentes recursos económicos que le acompañan desembocan en una geografía de la violencia altamente dependiente un negocio cocalero que igualmente permea en forma de cooptación del poder político local y corrupción institucional. A tal efecto, a lo largo del libro es posible observar los cambios de estrategia entre las diferentes guerrillas y los grupos paramilitares en los que subyace esta apropiación de los recursos ilícitos para, así mismo, en algún momento, aspirar a intervenir sobre escenarios decisorios de mayor calado. Durante los años noventa, la magnitud de la violencia es tal, que el Estado se encuentra ampliamente superado por la violencia y Colombia pasa a convertirse en paradigma de narcoestado o Estado fallido.
En cualquier caso, antes de llegar allí y desmitificar algunas de las explicaciones simplistas sobre la violencia que son predominantes en el imaginario colectivo colombiano, el libro problematiza algunas cuestiones que, en ocasiones, parecieran asimiladas como saberes casi preconcebidos en Colombia. Al respecto, por ejemplo, cabe señalar cómo se encuentra arraigada la creencia de que el periodo de La Violencia −una guerra civil partidista que inicia en 1948 y que deja consigo casi 200.000 muertes− es consecuencia inmediata del asesinato del líder liberal Jorge Eliecer Gaitán, en abril de ese mismo año. Tanto es así, que dicha figura de Gaitán se venera en muchos círculos como adalid de la libertad en la historia colombiana. Jerónimo Ríos no escapa de este debate, tratándolo sin ambages y señalando de qué manera, dicho magnicidio ha de entenderse sobre causas y situaciones que, todo lo contrario, se remontan a momentos anteriores a 1948. Primero, atendiendo la aparición de autodefensas campesinas en algunas partes del país, descontentas con el fracaso de la revolución en marcha a la que aspiraba, en los años treinta, el presidente López Pumarejo. Después, contextualizando el particular momento convulso que comienza en 1946, cuando se pone fin a cuatro gobiernos liberales y llega el ultraconservador Mariano Ospina a la presidencia. Un punto de inflexión en el que Gaitán debe entenderse como ineludible agente de polarización. En conclusión, de acuerdo con Ríos, la Violencia, por ende, ha de interpretarse, más bien, como consecuencia de una multiplicidad de factores entre los que destaca como precipitador el asesinato de Gaitán.
Otro proceso presentado de manera irregular en la producción académica colombiana es la naturaleza que acompaña a la aparición de los múltiples grupos guerrilleros. Gran parte de estos análisis se basan en un razonamiento lineal entre la lógica guerrillera y la mera aparición de dichos grupos. Empero, Historia de la violencia en Colombia, 1946-2020 reivindica, todo lo contrario, la complejidad que acompaña al surgimiento de estos grupos, presentado de forma clara y rigurosa el intrincado vínculo entre ideología comunista (y sus diferentes interpretaciones), la génesis de dichas insurgencias y sus antecedentes en los procesos anteriores de violencia del país. Gracias a este análisis, se proyecta la naturaleza de las distintas organizaciones de una forma accesible, especialmente pedagógica para el lector, que le permite entender con facilidad las diferencias y similitudes, por ejemplo, entre las FARC-EP, el ELN, el EPL o el M-19.
Aun con todo, el texto no se queda ahí. Uniendo sus características con las distintas perspectivas territoriales, el libro intenta explicar las relaciones entre todos estos grupos, no siempre pacíficas, además de su evolución estratégica y sus dinámicas internas. De esta forma, el texto que propone Ríos responde de forma satisfactoria a preguntas que no han sido siempre fielmente presentadas en la literatura académica colombiana ¿Por qué las FARC-EP y el ELN compiten por el territorio a la vez que disponen de enemigos comunes como el Estado o los grupos paramilitares? ¿Por qué tiene éxito la negociación de 2016 entre las FARC-EP y el Gobierno de Juan Manuel Santos y, sin embargo, la acontecida en 1998 es un absoluto fracaso? ¿Qué lleva a que unas organizaciones negocien de manera exitosa en 1990 y otras, todo lo contrario, opten por continuar con la violencia? Y quizás la pregunta que está en mente de la mayoría de las personas en el país: ¿qué ocurre en Colombia después de la firma del acuerdo de paz?
El libro objeto de esta reflexión no sólo se centra en las guerrillas colombianas, sino que no escapa en su análisis el atender al fenómeno paramilitar. Para ello, parte de su génesis, a finales de los setenta, y atraviesa por relación con la institucionalidad colombiana, hasta llegar a su ulterior proceso de desmovilización, a partir de 2005. Por supuesto, integrando en el estudio la actualidad de este proceso, quince años después. Un fenómeno nada baladí, no sólo por integrarse con algunas de las dinámicas de la violencia que actualmente tienen lugar en Colombia, sino por la estrecha relación que guarda este fenómeno con los periodos presidenciales de Álvaro Uribe Vélez.
En el ideario colombiano, la presidencia de Álvaro Uribe esta rodeada de contradicciones y supuestos que se derrumban ante el análisis profundo. Existe la idea de que la acción en materia de seguridad provocó un debilitamiento determinante de los grupos guerrilleros, hasta llevarlos casi a la rendición. A cambio, el país tuvo que tratar con procesos cuestionables, como los asesinatos extrajudiciales, más conocidos como “falsos positivos”, las acciones represivas sobre la población civil, tanto en el ámbito rural como en el ámbito urbano, y su relación cercana con organizaciones paramilitares. La administración de Álvaro Uribe obtuvo, cierto, una notabilísima reducción de las acciones guerrilleras en el centro del país, especialmente, por el control territorial que dispuso sobre vías de acceso y carreteras, y los nudos poblacionales de mayor densidad. Esta situación, sin embargo, condujo a la creencia generalizada de un éxito sin paliativos. Posiblemente, aquí reposa la mayor contribución de Jerónimo Ríos en este libro. Cuestionar, desmitificar y relativizar el alcance de la Política de Seguridad Democrática a partir de dos conceptos propuestos por el autor: periferialización y narcotización del conflicto armado colombiano.
Durante la década de los 2000, la mayor afectación de las confrontaciones con el Gobierno hace que las guerrillas se replieguen sobre escenarios periféricos, de impronta selvática, fronteriza y cocalera, en donde la eficacia militar del Estado se reduce, y las guerrillas, a cambio, consolidan su posición territorial y salvaguardan sus recursos. Es decir, reivindica Ríos la hipótesis de que los ocho años de gobierno uribista conduce a una derrota estratégica, que no militar de las guerrillas, y que conecta con los procesos de paz que se abren con las FARC-EP, y también con el ELN. Todo, a su vez, relativizando el factor de afectación del paramilitarismo con respecto a las FARC-EP, a la par de que muestra el factor influyente que dispuso en cuanto al debilitamiento del ELN.
Finalmente, el texto entra de lleno en la actualidad colombiana, abordando los efectos que tiene la negociación y la firma del acuerdo de paz entre la guerrilla de las FARC-EP y el Gobierno de Juan Manuel Santos en 2016. De nuevo, se rompe con el discurso imperante y se presenta un proceso marcado por la necesidad guerrillera y, en paralelo, el pragmatismo institucional del Ejecutivo. También se analiza de forma rigurosa el fenómeno del plebiscito fallido y la extrema complejidad del periodo del posacuerdo. Principalmente, atendiendo al fenómeno de las disidencias lideradas por el jefe negociador de las FARC-EP, “Iván Márquez”, y el fenómeno de spoilers que, si bien es común a otros procesos de paz en el mundo, tiene en particular, en el caso colombiano, que su principal saboteador es el Gobierno actual.
¿Hacia dónde se dirige la violencia en Colombia? El libro de Jerónimo Ríos no solo es un tratado sobre las distintas épocas, organizaciones y dinámicas territoriales de dicho fenómeno, sino que plantea pautas para entender su posible evolución. Actualmente nos encontramos en un proceso en el que culturalmente se ha roto la dualidad política-violencia gracias a la existencia del acuerdo de paz. La naturaleza de los actores armados escapa de consideraciones políticas y no se puede explicar sin entender las dinámicas territoriales ligadas al narcotráfico. Además, Colombia se encuentra en la encrucijada de enterrar las antiguas dinámicas políticas y avanzar en un proceso de modernidad que ha sido elusivo durante toda su historia. Aunque el libro de Jerónimo Ríos no aspira a adivinar el futuro del país, presenta sugerencias e ideas interesantes para poder definir estrategias a futuro. Historia de la violencia en Colombia se convertirá en un texto de referencia para todo académico que quiera investigar los aspectos relacionados con la violencia en el país, siendo muy recomendable para entender la convulsa historia colombiana en clave de pasado, pero también de futuro.