La percepción de inseguridad en la sociedad española ante situaciones excepcionales: el COVID-19 y la guerra en Ucrania

The perception of insecurity in Spanish society facing exceptional situations: COVID-19 and war in Ukraine

Villaplana Jiménez, F. Ramón
https://orcid.org/0000-0001-9643-6156
Université Catholique de Lille, France

Megías, Adrián
https://orcid.org/0000-0003-3910-0255
Universidad de Murcia, España

Año | Year: 2022

Volumen | Volume: 10

Número | Issue: 2

DOI: http://dx.doi.org/10.17502/mrcs.v10i2.562

Recibido | Received: 29-5-2022

Aceptado | Accepted: 1-10-2022

Primera página | First page: 259

Última página | Last page: 282

El presente trabajo analiza la sensación de inseguridad de la sociedad española ante dos fenómenos tan dispares como son una pandemia global y una guerra en un país vecino de la Unión Europea, localizada pero con capacidad de desencadenar un conflicto de consecuencias destructivas aún no comprobadas por la humanidad. Exponemos que el sentimiento de inseguridad frente a situaciones excepcionales es diferenciable del que la población experimenta frente a la delincuencia y a la criminalidad, sobre lo cual establecemos una base teórica. Igualmente, abordamos la relación entre inseguridad y miedo, en ocasiones considerados indistintamente. Mediante el uso del método estadístico y valiéndonos de datos de encuesta del CIS, identificamos las variables de la población relacionadas con su sensación de inseguridad,  siendo importante la edad para ambos casos junto a otros factores circunstanciales. Asimismo, hemos identificado una relación relevante entre la inseguridad frente al COVID-19 y la demanda de medidas de control y de aislamiento más exigentes así como entre la inseguridad frente a la guerra en Ucrania y el deseo de una mayor inversión en defensa y de la creación de un ejército europeo. Los resultados obtenidos nos sirven para establecer líneas de trabajo para futuras investigaciones sociales sobre inseguridad pública.

Palabras clave: inseguridad pública, pandemia, guerra, opinión pública, miedo,

The present work analyze the Spanish society's feeling of insecurity in the face of two such unequal phenomena as a global pandemic and a war in a neighbouring country of the European Union, localised but with the capacity to unleash a conflict with destructive consequences as yet unproven by humanity. We show that the feeling of insecurity in the face of exceptional situations can be differentiated from that which the population experiences fronting delinquency and criminality, on which we establish a theoretical basis. We also address the relationship between insecurity and fear, which are sometimes considered interchangeably. Using the statistical method and CIS survey data, we identify the population variables related to their feelings of insecurity, with age being important in both cases, together with other circumstantial factors. Likewise, we have identified a relevant relationship between insecurity in the face of COVID-19 and the claim for more demanding control and isolation measures, as well as between insecurity in the face of the war in Ukraine and the desire for greater investment in defence and the creation of a European army. The results obtained help us to establish lines of work for future social research on public insecurity.

Key words: public unsafety, pandemic, war, public opinion, fear,

Villaplana Jiménez, F.R., y Megías, A. (2022). La percepción de inseguridad en la sociedad española ante situaciones excepcionales: el COVID-19 y la guerra en Ucrania. methaodos.revista de ciencias sociales, 10(2): 259-282. http://dx.doi.org/10.17502/mrcs.v10i2.562

1. Introducción

Las1 sociedades de las democracias desarrolladas contemporáneas, como la española, se caracterizan por altos niveles de bienestar generalizados, amplios espacios de libertad, un elevado desarrollo económico industrial y tecnológico y una hiperconectividad de la población en su capacidad de información y comunicación, con un gran componente digital. Esta hiperconectividad nos ha llevado a un estado de total social fact o hecho total social (Mauss, 2002, p. 100)Ref26, transformando las interacciones sociales, la cultura, la economía, la política y el propio concepto de la persona con respecto a sí misma (Brubaker, 2020, p. 1)Ref7. Estas sociedades están, de algún modo, altamente predispuestas a vivir estados de ánimo colectivos o public moods en lo referente a situaciones que les afectan de algún modo como comunidad respecto a la cual los individuos tienen sentimiento de pertenencia, entendidos tales estados de ánimo públicos como estados afectivos difusos, con distintos componentes positivos y negativos, que los ciudadanos experimentan (Rahn et al., 1996: 31)Ref32. El estudio de los estados de humor colectivos resulta pues, de gran interés para las ciencias sociales en sus múltiples aspectos -psicológico, cultural, social y político- y resulta de guía para la toma de decisiones de los gobernantes, los cuales también prestan atención al policy mood colectivo, es decir, a las preferencias de la población respecto a la actuación del gobierno (Stimson, 1991)Ref36. Incluso encontramos diferencias entre sociedades o grupos, en lo que Bar-Tal (2001)Ref3 ha denominado “orientaciones emocionales colectivas”, entendidas estas como tendencias características de expresar una emoción en particular tales como, por ejemplo, miedo, esperanza, odio, calma o indignación.

En estas sociedades de bienestar, las percepciones de inseguridad o de miedo resultan altamente disruptivas pues se encuentran contrapuestas a la idea misma de eudaimonía o buen vivir, ligada a la posibilidad de autorrealización personal. La seguridad aparece como la segunda necesidad humana más básica, tras las necesidades físicas indispensables como respirar, beber agua, alimentarse, descansar y gozar de buena salud en la pirámide de Maslow (1970)Ref27, es por ello que hemos construido nuestros sistemas políticos y económicos bajo la premisa de la protección tanto de la persona como de la propiedad privada y común. Resulta más que conveniente, pues, identificar los niveles de percepción de inseguridad y miedo entre la población, así como los factores que configuran y alteran estas emociones, las cuales, pese a servir de estado de alarma frente a determinados riesgos y peligros, también pueden provocar preocupantes consecuencias para el ser humano (Ropeik, 2004)Ref33. Es por ello que, complementariamente a la literatura habitual sobre inseguridad frente a la delincuencia y la criminalidad, en este trabajo categorizamos los estudios de inseguridad frente a situaciones excepcionales, como son pandemias, guerras, catástrofes, crisis humanitarias o políticas, y analizamos la evidencia empírica disponible recabada sobre dos casos contemporáneos en nuestro país.

En las siguientes páginas, establecemos el marco teórico y el estado de la cuestión de los estudios de opinión pública en materia de seguridad para, después, abordar la explicación de la metodología empleada en el estudio de los dos casos seleccionados: inseguridad frente al COVID-19 y frente a la guerra en Ucrania. En los apartados cuarto y quinto, analizamos ambos casos, identificando los factores influyentes en la configuración de la inseguridad así como las consecuencias sobre el policy mood de la población. Finalmente, presentamos nuestras conclusiones sobre la experiencia de ambos análisis en relación con la literatura existente y con futuras líneas de investigación en estudios opinión pública sobre seguridad.

2. Inseguridad, miedo y opinión pública

En este apartado deseamos abordar a nivel teórico, primero, los dos grandes tipos de inseguridad en los que una persona puede sentir preocupación por su integridad física y moral: la inseguridad frente a la delincuencia y a la criminalidad, por un lado, y la inseguridad ante situaciones excepcionales, por otro, que es la que se aplica a los casos que vamos a analizar. Dejamos de lado conceptos más amplios de la inseguridad, como la económica, excepto cuando esta está en riesgo debido a las dos anteriores. En tercer lugar, revisamos la relación entre la inseguridad y el miedo, que no siempre queda claramente establecida en la literatura. En cuarto y último lugar, determinamos el estado de la cuestión para estudios como el que nos ocupa.

2.1. Inseguridad frente a delincuencia y criminalidad

Los estudios demoscópicos de seguridad ciudadana realizados desde un enfoque más criminológico, en relación con la delincuencia y su control social, se vienen desarrollando, mediante encuestas a la población, en cuatro dimensiones: victimización, miedo al delito, confianza en la justicia penal y punitivismo (Caro et al., 2020, p. 8)Ref9. Son estudios centrados, por tanto, en la preocupación social frente a la delincuencia, la criminalidad o el terrorismo, así como en la confianza de la población en la justicia, los gobiernos y las fuerzas de seguridad y, complementariamente, en las actitudes de la ciudadanía frente a las políticas públicas penales, policiales o de prisiones. Un ejemplo de esto último sería el debate, en España, que la prisión permanente revisable ha suscitado en cuanto al populismo punitivo (Antón-Mellón et al., 2015)Ref2. Estos estudios demoscópicos suelen seguir los estándares de la International Crime Victims Survey (ICVS), del Instituto Interregional de Naciones Unidas para la Investigación sobre Justicia y Crimen (UNICRI) y, en Europa, de la European Crime and Safety Survey (EU ICS). Esta última, en una de sus más recientes ediciones, nos ofrecía información sobre el temor los ciudadanos de los 27 estados miembros a ser víctimas de delitos (EU FRA, 2021)Ref16, donde podemos observar el tipo de datos recogidos:

-El 63% de las personas están muy o algo preocupadas por el uso indebido de su cuenta bancaria en línea o sus tarjetas de crédito o débito.

-A un 62% le preocupa que le roben su teléfono móvil, bolso o cartera.

-Otro 54% está muy o algo preocupado por si alguien entra en su casa para cometer un robo.

-El 47% está muy o algo preocupado por estar presente en un ataque terrorista.

-El 64% de las mujeres y el 36% de los hombres evitan, al menos en ocasiones, acudir a lugares donde no hay otras personas alrededor. En el grupo de edad de 16 a 29 años, las cifras son del 83% para las mujeres y del 58% para los hombres

-El 41% de las mujeres y el 25% de los hombres evitan, al menos alguna vez, estar a solas con alguien conocido, por miedo a ser víctimas de agresiones o acoso.

Los resultados de este tipo de encuestas ponen de relieve la conciencia de vulnerabilidad de sectores de la población como son las mujeres (Snedker, 2012)Ref35, los jóvenes (Foley et al., 2013)Ref18, las minorías desfavorecidas (Lauritsen y Heimer, 2010)Ref23 o las personas con peor salud (Cossman y Rader, 2011)Ref11 frente a la delincuencia y la criminalidad común. Pero también nos muestran la preocupación general por sufrir otros menos frecuentes, pero siempre posibles, como los atentados terroristas. El papel del terrorismo es fundamental en la creación de inseguridad pues su propia metodología, mediante la arbitrariedad y la brutalidad de sus ataques, es la de esparcir el pánico entre la población (Papadopoulos, 2006)Ref31. Igualmente, el crimen organizado y las bandas criminales pueden convertirse en fuentes inagotables de preocupación en aquellos lugares de donde gozan de mayor actividad (Ceccato, 2012)Ref10.

En resumen, la inseguridad frente a la delincuencia y a la criminalidad está relacionada con la acción directa de personas y colectivos que, en el desarrollo de su actividad delictiva o criminal, pueden ocasionar daños a la población, asumiendo esta que –en mayor o menor medida- son situaciones que forman parte de la normalidad del entorno en el que viven, pese a su carácter indeseable. Esta inseguridad goza, por tanto, de un carácter estructural en la opinión pública, variando sus niveles coyunturalmente según la propia evolución de la delincuencia y de la criminalidad, así como del trato que los medios de comunicación y los actores políticos hagan del tema. El propio conocimiento de que otras personas están preocupadas por la vulnerabilidad de sus cuentas bancarias o por su sufrir un robo domiciliario afecta a nuestra propia preocupación por esas mismas cosas.

2.2. Inseguridad frente a situaciones excepcionales

Merece la pena, pues, diferenciar la inseguridad que siente la población respecto a otro tipo de situaciones no comunes, como pueden ser catástrofes naturales, guerras, movimientos migratorios masivos, epidemias o crisis políticas que puedan desencadenar graves desórdenes sociales, un tipo de inseguridad no categorizada como tal hasta la fecha. Esta inseguridad temporal -que puede llegar a ser mucho más intensa que la inseguridad frente a la delincuencia y la criminalidad- no se puede detectar con precisión hasta que ocurre, o empieza a ser predecible, el hecho en sí. La reacción de los gobiernos es la de activar sus protocolos de comunicación de crisis ante semejantes eventos inesperados, con la intención de que no se extienda el pánico y de dirigir la opinión pública de la mejor manera posible (Crespo et al., 2017)Ref12.

Comenzando por la inseguridad frente a la guerra, esta sensación es fácil de comprender si atendemos a las profundas y duraderas consecuencias que causó la Segunda Guerra Mundial. El conocimiento general de los horrores de aquella y de otras guerras condiciona fuertemente la opinión pública. En palabras de Jervis (1976, p. 266)Ref22: “la naturaleza dramática y omnipresente de una guerra y sus consecuencias, las experiencias asociadas a ella ¾la diplomacia que la precedió, los métodos de lucha, las alianzas que se formaron y la forma en que se terminó la guerra¾ influirán profundamente en las predisposiciones perceptivas de la mayoría de los ciudadanos”2. A la preocupación general sobre la guerra, ha de sumarse la provocada por la disponibilidad de armamento nuclear. Si bien es cierto que la preocupación por el uso de armas nucleares y el posible estallido de una tercera guerra mundial era una realidad constante durante el periodo de la Guerra Fría3 y ha permanecido latente desde entonces, este ha vuelto a avivarse cada vez que se ha iniciado una guerra con la implicación, directa o indirecta, de alguna potencia nuclear, así como por los esfuerzos de Irán y de Corea del Norte de sumarse a semejante club.

La inseguridad frente a desastres naturales también tiene fuertes referencias en el imaginario colectivo, desde el bíblico diluvio universal y la destrucción de Pompeya por el Vesubio, hasta grandes catástrofes relativamente recientes como el tsunami del océano Pacífico, en 2004, el huracán Katrina, en 2005 o el terremoto de Haití, en 2010. En un estudio realizado a adultos jóvenes de Turquía, Serbia y Macedonia, en 2016, estos mostraban un temor elevado respecto a posibles terremotos así como a las pandemias, mostrando preocupación tanto por ellos mismos como por sus progenitores. El temor creció en ellos cuando se les expuso a fotografías de desastres del pasado (Cvetković et al., 2019)Ref13. La asociación –quizás inconsciente- del temor a las catástrofes naturales y a las epidemias no es, en absoluto, ilógica sino que está fundamentada en los riesgos que conlleva el acceso a agua potable y a material sanitario, así como las grandes concentraciones de personas refugiadas en zonas no suficientemente acondicionadas tras estas catástrofes (Watson et al., 2007)Ref39. Por su parte, episodios como las llamadas “vacas locas”, la gripe aviar o los brotes de ébola han mantenido puntualmente en alerta a la población, hasta llegar a la gran pandemia de COVID-19, en 2020.

Respecto a crisis políticas, podemos encontrar muy diversas situaciones, desde las revueltas populares de la “primavera árabe”, los golpes de Estado (e intentos) que se siguen produciendo hoy en día a lo largo del planeta, hasta los disturbios del movimiento independentista en Cataluña o los ocasionados por los chalecos amarillos en Francia. En cualquiera de estos casos, la sensación de inseguridad para amplios sectores de la población es fácilmente identificable, aunque sea de forma narrativa. Los peores casos degeneran en una guerra civil, cuyo legado es el propio miedo y la división social duradera (Koonings y Kruijt, 1999)Ref21.

Aunque es cierto que la delincuencia y la criminalidad comunes también las perjudican, respecto a las situaciones excepcionales, especialmente, entran en juego factores como la seguridad económica (Navarrete, 1963)Ref30 y la seguridad alimentaria (Barrett, 2010)Ref6. Esto es, cuando la gente tiene una preocupación razonable de llegar a encontrarse ante una falta de recursos básicos que ponga en peligro su integridad4. Al igual que las consideraciones de la opinión pública sobre el sistema policial y de justicia de los Estados juega un papel fundamental en la percepción de su seguridad frente a la delincuencia y al crimen, en los casos de situaciones excepcionales, las opiniones sobre las infraestructuras, los servicios de emergencias, el sistema sanitario y la capacidad de respuesta del gobierno son cruciales para el sentimiento de seguridad colectivo.

En síntesis, la sensación de inseguridad frente a situaciones excepcionales puede estar presente en la ciudadanía, como parte de las posibles desgracias que pueden sucederle, pero el desconocimiento respecto a la forma y la magnitud de dichas fatalidades, hace que sea de forma abstracta y, probablemente, que pueda ser alterada con mucha mayor facilidad, en el plano afectivo, según la exposición a información sobre estos acontecimientos que reciban los individuos, incluidas las “espirales del miedo” (Farré, 2005)Ref17.

2.3. De la inseguridad al miedo

Debe quedar claro, en todo momento, que cuando hablamos de sensación de inseguridad en la opinión pública, hablamos de percepciones de los individuos, sean estas ajustadas a la realidad o no. La extinción de la raza humana podría estar a punto de producirse y, si no fuésemos conscientes de ello, estaríamos tan tranquilos -o intranquilos- como habitualmente. Por eso, en la formación de nuestra percepción del riesgo juegan tanto factores racionales como completamente subjetivos e inconscientes, desde un punto de vista psicológico (Slovic, 2000)Ref34. La sensación de inseguridad será la respuesta biológica natural ante la percepción de los riesgos, salvo en los casos patológicos. Pero, además, el riesgo tiene una construcción social, caracterizada por su carácter multidimensional y dinámico (Beck, 1992Ref5; Giddens, 1990Ref19). Esta noción colectiva no es sencilla pues, en palabras de Urteaga y Eizagirre (2013, p. 160)Ref37, “el riesgo no es un hecho objetivo, técnico y de carácter aplicativo que aparece en la conciencia de las personas, sino que es una representación sobre la cual los expertos debaten a propósito de su pertinencia, conscientes de la flexibilidad interpretativa como condición para acordar la tolerabilidad del riesgo”. La habilidad para juzgar riesgos también es esencial en el proceso de toma de decisiones, de acuerdo con académicos y profesionales ejercientes en los ámbitos de las ciencias del comportamiento, medicina, trabajo social, derecho o las políticas públicas (Millstein y Halpern-Felsher, 2002)Ref28.

La literatura sobre la actuación policial diferencia entre las nociones de riesgo (potencial) y peligro, de carácter inminente (Yñiguez, 2007)Ref40. Sin ánimo de establecer doctrina pero sí de ofrecer un enfoque operativo, podríamos diferenciar, del mismo modo, la inseguridad del miedo por su nivel de intensidad, considerando la inseguridad como un sentimiento de preocupación relativa frente a amenazas que cuentan con cierta probabilidad de materializarse, mientras que el miedo lo podemos entender como una emoción fuerte -que puede ocasionarnos un shock- frente a un peligro concreto, y que va unida al proceso de victimización (Morillas et al., 2014)Ref29; siendo el mayor miedo posible el miedo a la muerte, pues es el que choca más frontalmente con nuestro innato instinto de supervivencia (Bauman, 2006)Ref4. Tal y como ha señalado Antón (2015, p. 269)Ref1, “el miedo del siglo XXI es paralizante porque no sabemos dónde está, ni cuando nos puede afectar, pero intuimos que está porque vemos su rastro de víctimas”. Desde el punto de vista antropológico, el miedo es un importante elemento cultural, configurado de forma diferente según el grupo social de referencia. Políticamente, el miedo es un potentísimo instrumento de control social, como queda patente en el legado de Hobbes, Maquiavelo o Robespierre.

La diferencia entre sentimientos de inseguridad y miedo, en cuanto respecta al crimen ha sido puesta de relieve en escasas ocasiones (Visser et al., 2013)Ref38, mientras lo tradicional ha sido considerar ambas condiciones de forma indiferenciada (Ditton y Farrall, 2000)Ref15. Nosotros consideramos que la diferenciación no sólo es útil sino que nos abre las puertas a la medición de la intensidad de las sensaciones de inseguridad.

2.4. Estudios sobre (in)seguridad

La discusión sobre si lo que se estudia son niveles de seguridad o de inseguridad puede resultar intelectualmente estimulante pero, a la vez, estéril. En sentido práctico, la presencia de una determina la ausencia de la otra, en cuanto son las dos caras del mismo fenómeno. En este terreno, existen algunos indicadores empíricos como los elaborados por el Institute for Economics & Peace (IEP), que desde el portal Vision of Humanity publica el Índice de Paz Global y el Índice de Terrorismo Global, ambos elaborados mediante la combinación de indicadores cualitativos y cuantitativos, y que ofrecen una medición empírica de la seguridad en estos países, en general, y en relación con el terrorismo, respectivamente. Más recientemente, el IEP comenzó a publicar el Informe de Amenazas Ecológicas, que identifica las posibilidades de los países de enfrentar desabastecimientos alimentarios, falta de agua potable o catástrofes naturales. Otro indicador sectorial es el Índice de Seguridad Nuclear de la Nuclear Threat Initiative (NTI), que analiza la seguridad de los países respecto al armamento y a la energía nuclear, incluyendo sus esfuerzos por contribuir a la seguridad nuclear global. La NTI también es una de las entidades promotoras del Global Health Secutity Index, lanzado en 2019, el cual evalúa la seguridad sanitaria de los países frente a epidemias y pandemias, considerando en estos los riesgos políticos y de seguridad, la solidez general del sistema sanitario y su adhesión a las normas mundiales. Igualmente, la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) elabora el Global Cybersecurity Index, que desde 2014 mide la capacidad de los países de responder a las múltiples amenazas existentes en la red.

A nivel de encuesta, además de las ya citadas anteriormente, la International Crime Victims Survey (ICVS) y la European Crime and Safety Survey (EU ICS), disponemos de algunos datos de la Encuesta Social Europea (ESS, por sus siglas en inglés), la cual recoge el “sentimiento de seguridad al andar solo/a en tu zona local por la noche” y la actitud sobre “la importancia de que el gobierno sea fuerte y garantice la seguridad”. Por su parte, el Eurobarómetro ha recogido en algunas ocasiones, información sobre la percepción de inseguridad de la población europea y sus actitudes hacia las políticas europeas de seguridad y de defensa. En especial, podemos destacar la encuesta realizada en 2016, “Europeos en 2016: percepciones y expectativas, la lucha contra el terrorismo y la radicalización” y, respecto a nuestros objetos de estudio, el Eurobarómetro realizó tres encuestas sobre el COVID-19, durante 2020, así como una monitorización de la publicación de estudios de opinión pública en los diferentes países de la UE en relación con la guerra de Ucrania5.

En el caso español, se puede afirmar la falta de periodicidad y especialización de encuestas sobre el miedo y la inseguridad ciudadana. Apenas hay estudios de caso, aunque sabemos que, en los tiempos de la entrada de España en la OTAN, los españoles no mostraban apenas preocupación por la defensa nacional (Díez, 1986)Ref14. Existen otras excepciones como el estudio de Delincuencia y Victimización en la Comunidad de Madrid, realizado por el Centro de Investigaciones Sociológicas, en 2007, así como los estudios 2152 (Delincuencia, Seguridad Ciudadana e Imagen de la policía) y 2315 (Seguridad Ciudadana y Victimización), de los años 1995 y 1999, respectivamente. Hablamos, en consecuencia de más de dos décadas, para estos últimos estudios nacionales. Por el contrario, encontramos, con carácter periódico y desde su primera edición en 1999, la Encuesta de seguridad pública de Cataluña, en la que se pregunta directamente a las personas seleccionadas por sus experiencias de victimización y por sus opiniones en materia de seguridad y policía, cuya última edición data del año 2020.

Al margen de estas encuestas o estudios específicos y/o monográficos, sí se encuentran barómetros, encuestas y estudios generales que incluyen en sus cuestionarios preguntas sobre el miedo al delito y la inseguridad ciudadana. A este respecto cabe citar las del CIS, la Encuesta Social General Española (ESGE) y las ediciones españolas de la Encuesta Social Europea. Además, otro modo de operacionalizar o medir ese miedo, si bien de forma agregada, es hacerlo a partir del lugar que éste ocupa entre las preocupaciones de la población encuestada (Caro et al., 2020)Ref9, dando lugar a la denominada intensidad preferente e intensidad agregada (Caro y Navarro, 2017)Ref8, y que encontramos en la mayoría de los barómetros de opinión del CIS cuando se pregunta por los tres principales problemas de España y del propio encuestado al inicio de estas encuestas. En conclusión, podemos afirmar que los principales centros nacionales de estudio de la opinión pública y, en consecuencia, la propia literatura académica han mostrado, tradicionalmente, una marcada preferencia por el estudio de las cuestiones electorales y del día a día político. En cambio, los estudios sobre la percepción de seguridad no han gozado de la misma consideración ni continuidad, lo cual limita la realización de estudios longitudinales, haciendo que nos adaptemos a la, ya señalada como escasa, disponibilidad de datos españoles (Caro et al. 2020)Ref9.

3. Metodología

Empleamos el método estadístico para el estudio de una misma población en dos momentos marcados por la excepcionalidad del contexto en términos de seguridad pública. Dada la naturaleza de nuestras variables dependientes -inseguridad frente al COVID-19 e inseguridad frente a la guerra en Ucrania- (su operacionalización se encuentra en su respectivo apartado analítico) se plantean dos modelos logísticos que nos permitan una estimación de las probabilidades de que se produzca inseguridad en función de cada una de las variaciones de las variables independientes y determinando los efectos predictivos, frente a estas dos situaciones de naturaleza sustancialmente diversa.

La elección de las variables independientes reside en los antecedentes teóricos de la literatura sobre inseguridad, con sus componentes emotivos, cognitivos y comportamentales. Nuestro modelo de regresión con variable dependiente binomial y múltiples variables k independientes queda como sigue:

A7Form1

donde ln es el logaritmo neperiano, 0 y 1 son constantes y Xs variables que pueden ser aleatoria o no, continua o discreta. Finalmente, la probabilidad del proceso binomial modelizado como combinación lineal de la variable inseguridad quedaría expresado:

A7Form2

Al objeto de alcanzar un modelo de análisis lo más robusto posible, se plantean tres modelos logísticos que incluyen de forma progresiva distintos predictores, siendo el último de los modelos el que mejores niveles de ajuste alcanza para ambas situaciones de inseguridad. De este modo, obtenemos, además, una estimación de las probabilidades de que se produzca una mayor percepción de inseguridad, en función de cada una de las variaciones de las variables independientes y determinando los efectos predictivos de las mismas. Por último, al objeto de facilitar la interpretación de los coeficientes como probabilidades se ofrecen la estimación de los efectos marginales en la Tabla 3.

Los datos empleados en nuestro análisis proceden de los estudios del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) -barómetro 3.351 y encuesta de actualidad 3.360, de febrero y de abril de 2022, respectivamente-. Su elevado número de entrevistas6 garantiza el cumplimiento de un tamaño muestral elevado de, al menos, 15 casos por variable predictora para los modelos logísticos.

Variables explicativas7

Las variables explicativas de las características individuales de quienes sienten inseguridad pueden agruparse en tres grupos: sociodemográficas, valoración de la situación política y clase social, seguidas de las opiniones, actitudes y evaluación de distintos escenarios y consecuencias de la COVID-19 y de la guerra en Ucrania, respectivamente. No establecemos hipótesis al tratarse de un primer estudio de carácter exploratorio. El objetivo aquí es abordar la caracterización de la inseguridad de las personas ante dos situaciones de naturaleza diferente, tales como la COVID-19, cuya afección personal es principalmente directa y cercana, frente a la guerra en Ucrania, cuyas consecuencias, si bien tienen un impacto directo en la vida de la ciudadanía -como las subidas de precios y la inflación-, su vivencia, al menos en términos de percepción, puede ser más lejana.

A estos efectos, desarrollamos un modelo metodológicamente sólido y parsimonioso. Primero, ejecutamos un modelo logístico simple, seguido de otros más complejos en cuanto a las variables explicativas introducidas, para lograr un modelo explicativo con mayor potencial y que nos permita alcanzar una corroboración estadística más robusta sobre los resultados obtenidos. El modelo final se desarrolló sobre la base de estas premisas, mientras se aseguraba que todos los grupos de variables representados fueran significativos en un análisis bivariado previo y que el modelo fuera teóricamente sólido y parsimonioso. Debido al espacio limitado, solo se discutirán las medidas que se incluyen en los modelos. Los apartados cuarto y quinto presentan los resultados de los modelos logísticos que nos permiten caracterizar la inseguridad hacia las situaciones pandémica y bélica entre los españoles.

4. Inseguridad frente al COVID-19

Hemos operacionalizado la inseguridad a partir de la P1 del barómetro 3351: “Me gustaría hacerle algunas preguntas sobre la crisis del coronavirus. Pensando en todos los efectos de esta pandemia, ¿diría Ud. que la crisis del coronavirus le preocupa mucho, bastante, poco o nada?”, dado que es la variable disponible que mejor representa dicho sentimiento de inseguridad. Siendo 1 “mucha o bastante preocupación” y 0 “poca o ninguna preocupación”. Tal como acabamos de señalar, el modelo logístico es ejecutado en tres pasos, introduciendo de forma progresiva conjuntos de variables explicativas para la caracterización de la inseguridad hacia el COVID-19. Así, un primer paso introduce variables sociodemográficas que, por sí solas, apenas logran ajustes significativos, aunque permiten apreciar desde el inicio que la edad y los estudios, muy probablemente tendrán algo que decir en la probabilidad de sentirse inseguro, con p=0,000 y p=0,015, respectivamente. El siguiente modelo introdujo valoraciones sobre la economía e ideología, junto con la percepción sobre la clase social; resultando significativas las relativas a la situación económica. Por último, el modelo 3 introdujo como predictoras las variables cognitivas y comportamentales relacionadas con la pandemia, así como las percepciones sobre la afección del COVID-19 en lo personal y social de los entrevistados. Este conjunto de variables resultó ser el que permite alcanzar el modelo más parsimonioso, alcanzando un potencial explicativo de pseudo R2= 0,3. El ajuste del modelo también es evaluado por el AIC donde un menor AIC sugiere un mejor ajuste del modelo en comparación con los otros modelos (Long, 1997)Ref24.

En virtud de que, entre todos los modelos propuestos, es el modelo 3 el que nos proporciona los mejores niveles de ajuste y el mayor potencial explicativo, ofrecemos a continuación su estimación marginal, otro modo de evaluar el efecto de los predictores. Se estima así el efecto marginal de cada covariable sobre la probabilidad de que exista inseguridad frente al COVID-19 (VD=1), frente a no sentirla (VD=0). Por defecto, estimamos el efecto marginal promedio sobre la muestra de estimación. Las probabilidades pronosticadas ofrecen como resultado la probabilidad de que cualquier encuestado esté inseguro ante la situación, en este caso pandémica, en función de sus puntuaciones en cada una de las variables independientes incluidas en el modelo (Long y Freese, 2006)Ref25. La media más alta muestra una probabilidad mayor (Tablas 1 y 2).

Tabla 1. Regresión logística de la inseguridad frente al COVID-19
Fuente. Elaboración propia.
Fuente. Elaboración propia.

Tabla 2. Ajustes de los modelos logísticos de la inseguridad frente al COVID-19
Fuente. Elaboración propia.
Fuente. Elaboración propia.

Los resultados marginales de la Tabla 3 indican que los predictores más potentes sobre la probabilidad de sentir inseguridad ante la COVID-19 son la edad, el nivel en el que la situación sanitaria está afectando en lo personal y social al entrevistado (AFECCIÓN), los efectos de la crisis sobre la salud (EFECTOSSALUD) y sobre la economía (EFECTOSECO), la variable COVIDCOMPORTAMENTAL -un índice que oscila entre 0 y 1, donde el 0 es relajar medidas y el 1 tomar medidas más restrictivas- y, por último, el nivel de estudios, con una significatividad algo menor que las anteriores.

Tabla 3. Efectos marginales de la inseguridad frente al COVID-19
Fuente. Elaboración propia.
Fuente. Elaboración propia.

Los resultados ponen así de manifiesto que cuanto mayor edad tiene el individuo, mayor es la probabilidad de sentir inseguridad ante la pandemia. A medida que se aumenta en una unidad la edad, se incrementa la probabilidad de sentir inseguridad en un 0,1%. De este modo, un individuo con 60 años tendrá cuatro veces la probabilidad de sentirse inseguro que una persona de 20 años de edad. También son significativos los coeficientes de quienes se preocupan por los efectos de la crisis sobre la economía, estos tienen un 16% menos de probabilidad de estar inseguros ante la pandemia que quienes creen que afecta en mayor medida a la salud (EFECTOSECO=-0,1681115 p=0,000, sig<0,001).

Finalmente, debemos destacar la percepción del nivel de impacto o afección de la pandemia en la vida personal y social de los entrevistados. Observamos que cuanto más manifiestan los individuos que se están viendo afectados por la pandemia, se incrementan las probabilidades de sentir inseguridad, con porcentajes que oscilan entre un 19 y 23 por ciento para el caso de la afección en su vida personal, y del 8 y 9 por ciento para el caso de afección en la vida social. Asimismo, en cuanto al nivel de estudios se observa que, a menor nivel educativo, mayores son las probabilidades de sentir inseguridad frente a la pandemia.

Para facilitar la interpretación de lo anterior, los Gráficos 1 y 2 recogen los efectos de las variables más significativas sobre la percepción de inseguridad. Se observa que son los individuos a quienes la COVID-19 preocupa desde un punto de vista de salud frente a la economía, quienes son más proclives a sentir inseguridad.

Por su parte, el segundo de los gráficos permite visualizar los efectos diferenciales de las afecciones personal y social. Son los individuos del primer tipo los que más inseguros se sienten en comparación con los otros. Asimismo, cabe también diferenciarlos por sus grados de afección. Quienes perciben que la situación pandémica les está afectando mucho o bastante (líneas amarillas y azul turquesa) tienen mayores probabilidades de sentir inseguridad ante la COVID-19.

Respecto al policy mood de la población, el modelo muestra una relación significativa entre el nivel de inseguridad y una demanda de políticas de control y aislamiento más exigentes. Así, a medida que los individuos creen que hay que tomar medidas más restrictivas, la probabilidad de mostrarse inseguro frente al COVID-19 aumenta en un 16% (COVIDCOMPORTAMENTAL= 0,1618352, p=0,000, sig<0,001). Dada la importancia de la opinión pública sobre la actuación gubernamental, se ha procedido a trabajar con la hipótesis alternativa inversa. Esto es, efectuar un modelo cuya variable dependiente sea ahora la necesidad de adoptar medidas de control de la pandemia más exigentes, a los efectos de comprobar su potencial explicativo (Tabla A.1.). El modelo calculado, cuyos marginales se muestran en anexo, ofrece un nivel de ajuste más modesto que el mostrado arriba (R2 Nagelkerke=0,12), y la importancia de la explicación inversa de que la inseguridad frente al COVID-19 explique la adopción de medidas restrictivas es menor. Los individuos que sienten inseguridad o, en otras palabras, a medida que una persona aumenta su inseguridad, incrementa en un 9 por ciento la probabilidad de defender medidas de control y aislamiento más restrictivas (COVIDFEAR= 0,0986107, p=0,000, sig<0,001). Hay que hacer constar un elevado nivel de respuestas favorables a mantener las medidas tal y como están, el 26,3% de los individuos. Asimismo, la P3.1 se establecía como filtro de la pregunta anterior, preguntando por medidas específicas. Entre quienes apostaban por endurecer las medidas, la mayoría consideraba deseable “dedicar más recursos para reforzar el sistema sanitario” (96,8%), “uso obligatorio de mascarillas en interiores” (96,3%) o “reforzar los protocolos de seguridad en el transporte colectivo” (89,2%), entre otras.

Gráfico 1. Efectos predichos de la inseguridad frente al COVID-19 por edad y consideración de los efectos de la pandemia sobre la salud vs. la economía
Fuente. Elaboración propia.
Fuente. Elaboración propia.

Gráfico 2. Predicción inseguridad por afección personal vs. social y edad
Fuente. Elaboración propia.
Fuente. Elaboración propia.

5. Inseguridad frente a la guerra en Ucrania

A continuación, ofrecemos los resultados de los modelos logísticos derivados del análisis de la probabilidad de sentir inseguridad frente al conflicto bélico en Ucrania. En este caso, hemos tomado la pregunta P7 del estudio 3360 para operacionalizar la inseguridad: “¿Piensa Ud. que existe riesgo de que se desencadene una Tercera Guerra Mundial derivada de la invasión de Ucrania por Rusia?”, siendo las respuestas transformadas y recodificadas como sigue: Sí=1, No=0. El análisis procede del mismo modo que en el anterior apartado. Son presentados tres modelos incrementales en cuanto a sus variables predictoras y sus niveles de ajuste. Así, el Modelo 1 solo incluye variables sociodemográficas, el 2 añade ideología y percepción de clase social, siendo el 3 –el más completo y con mayores niveles de ajuste- el que añade percepciones y actitudes hacia la guerra y, además, el voto a distintas formaciones políticas, considerando las diferentes posturas que estas tienen respecto a la OTAN y a la política internacional, en general.

Veamos, nuevamente, a efectos de facilitar su interpretación y realización de inferencias, los efectos marginales calculados sobre la población subyacente ( Tablas 48 y 5).

Los efectos marginales calculados nos indican que sexo y edad resultan significativas al 0,01 y 0,05, respectivamente. Son los hombres quienes tienen menor probabilidad de mostrar inseguridad ante la guerra, mientras que son los individuos de mayor edad quienes es menos probable que muestren inseguridad ante la guerra de Ucrania, quizás por la experiencia vivida respecto a otros conflictos más cercanos, lo cual les puede llevar a relativizar el actual. El Gráfico 3 nos permite visualizar los efectos conjuntos de la edad y el sexo sobre la inseguridad. Observándose lo que acabamos de describir. No obstante, aun siendo significativos los efectos de ambas variables, debe hacerse notar que, en ciertos puntos, los bigotes se solapan. Con todo, son claramente identificables la dirección y los efectos de ambas variables sobre la inseguridad frente a la guerra: las mujeres muestran mayor inseguridad y, conforme aumenta la edad, disminuye la inseguridad ante una hipotética tercera guerra mundial.

Tabla 4. Modelos regresión logística binaria inseguridad frente a la guerra en Ucrania
Fuente. Elaboración propia.
Fuente. Elaboración propia.

Tabla 5. Ajustes de los modelos logísticos de la inseguridad frente a la guerra en Ucrania
Fuente. Elaboración propia.
Fuente. Elaboración propia.

Gráfico 3. Efectos predichos para la inseguridad frente a la guerra de Ucrania por sexo y edad
Fuente. Elaboración propia.
Fuente. Elaboración propia.

Por su parte, continuando ahora con las percepciones y la cognición, encontramos que quienes creen firmemente que Rusia está empleando armas de destrucción masiva en Ucrania, incrementan su probabilidad de mostrar inseguridad en un 11% (ARMASDES=0,1149 p=0,000, sig<0,001), mientras que los encuestados que piensan que la guerra de Ucrania va a afectar al abastecimiento de alimentos y otros productos de primera necesidad (ABSFEAR) incrementan su probabilidad de muestran inseguridad ante la guerra en un 9% con respecto a quienes no temen a esta posibilidad de desabastecimiento (dy/dx=0,090, sig<0,01). Por último, quienes dudan de la utilización de fake news por parte de Rusia como otro de los mecanismos de ataque y desinformación, incrementan su probabilidad de inseguridad en un 12% (Tabla 6).

Tabla 6. Efectos marginales, inseguridad frente a la guerra en Ucrania
Fuente. Elaboración propia.
Fuente. Elaboración propia.

En cuanto la demanda de medidas gubernamentales frente a la situación de guerra, a medida que los individuos afirman y/o piensan que hay que invertir más en defensa o en la creación de un ejército europeo, aumentan su probabilidad de mostrar inseguridad. No obstante, esta explicación resulta más clara si, al igual que en el caso anterior, planteamos la hipótesis inversa. Para ello, se ha procedido nuevamente a calcular un modelo logístico para la inversión en defensa. De este modo, los efectos marginales calculados sobre este modelo nos señalan que el policy mood, cuando nos encontramos ante individuos que sienten inseguridad y riesgo frente a la posibilidad de una tercera guerra mundial, aumentan la probabilidad de que crean que hace falta una mayor inversión en defensa en un 5,9% (Tabla A.2.) (WARFEAR= 0,0590101, p=0,019, sig. <0.05). De igual modo, estos mismos individuos tienen un 6,3% de probabilidad de defender la necesidad de tener un ejército europeo (Tabla A.3.) (WARFEAR= 0,0629573, p=0,016, sig. <0.05). En consecuencia, en ambos casos, podríamos sostener que ello se correspondería con una visión incrementalista de los recursos públicos frente a los problemas detectados (Gregory, 1989)Ref20.

De forma complementaria, disponemos de alguna información de carácter descriptivo, gracias al 42º Barómetro del Real Instituto Elcano, de febrero de 2022. En este, se indica un importante incremento de la percepción de Rusia como amenaza, en el momento previo a iniciar la invasión: entre la primera (octubre-noviembre) y la segunda ola (febrero) del trabajo de campo, Rusia pasó de ser citada como amenaza por el 5% a serlo por el 34%, ocupando así el primer puesto como amenaza a la seguridad de España. El estudio también mostraba una opinión pública dividida en dos mitades respecto a si España, junto a la OTAN, debería intervenir militarmente en caso de que estallase el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania (48% a favor y 52% en contra). Por desgracia, este think tank no facilita los ficheros de datos, siquiera bajo petición, por lo que investigadores externos no podemos aplicar modelos de análisis estadísticos a sus barómetros.

6. Conclusiones y discusión

Partimos nuestro análisis de la premisa que existen dos grandes tipos de inseguridad perceptibles en la opinión pública, una estructural frente a delincuencia y criminalidad y otra coyuntural frente a situaciones excepcionales, la cual también puede gozar de cierta presencia estructural en términos abstractos. La literatura y las investigaciones disponibles parecen suficientes para sostener la diferenciación propuesta. Igualmente, creemos aconsejable avanzar en la definición, operacionalización y relación de los conceptos de inseguridad y miedo, en cuando a estudios sociales y de opinión pública se refiere, a efectos de poder desarrollar análisis más específicos y sofisticados.

En cuanto al análisis de los datos demoscópicos de los dos casos, estos han proporcionado algunos resultados que nos ayudan a comprender mejor el fenómeno de la percepción de la inseguridad pública. Así, un total de cinco variables resultan explicativas de la inseguridad frente al COVID-19: (1) mayor edad, (2) bajo nivel educativo, (3) afección personal por el COVID-19, (4) afección social por el COVID-19, (5) impacto del COVID-19 sobre la salud frente a la economía; y otras cinco lo son respecto a la inseguridad frente a la guerra en Ucrania: (1) sexo (mujer), (2) menor edad, (3) preocupación por el desabastecimiento de recursos básicos, (4) uso de armas de destrucción masiva por parte de Rusia, (5) duda sobre si Rusia utiliza fake news y desinformación. De todas ellas la edad la única que se repite, aunque en sentido contrario entre un caso y el otro. Esto nos podría sugerir que la naturaleza de cada situación excepcional y las circunstancias de la misma producen reacciones diferentes en los individuos, lo que nos podría llevar a generar teoría sobre subtipos de inseguridades: sanitaria, bélica, catastrófica, de crisis política, migratoria... Estas variaciones encajarían con la idea de un miedo líquido (Bauman, 2006)Ref4 con gran capacidad de transformación ante amenazas de distinta naturaleza.

Al igual que sucedía respecto al crimen, la sensación de vulnerabilidad de diferentes grupos sociales (Cossman y Rader, 2011Ref11; Foley et al., 2013Ref18; Lauritsen y Heimer, 2010Ref23; Snedker, 2012Ref35) resultaría clave para comprender algunas dinámicas de la inseguridad ante situaciones excepcionales. En nuestros casos, las personas mayores se sienten más vulnerables frente a una pandemia mientras que las más jóvenes sienten que tienen mucho más que perder en un escenario bélico que no se asemeja a nada que hayan vivido previamente. Más complejo resulta explicar por qué los hombres se sienten menos inseguros por la guerra que las mujeres pero lo hacen por igual en cuanto a la pandemia, lo que podría dar lugar a diferentes interpretaciones desde la perspectiva de género. Por su parte, el nivel educativo sólo se relacionaba con una mayor inseguridad frente a la pandemia, cuando era bajo, lo que nos podría indicar una relación entre el sentimiento de inseguridad y la dificultad para comprender lo que sucede, siendo la situación de guerra más sencilla de asimilar que la de la pandemia.

Respecto a los factores circunstanciales con carácter explicativo, estos se revelan diferentes debido a la distinta naturaleza de los dos casos. En el caso de la pandemia, dado su alcance directo a la población, dos de ellos son factores de afección del coronavirus en sus circunstancias personales y sociales, mientras que un tercer factor supone la anteposición de la salud frente a la economía a nivel sistémico, lo que nos muestra diferentes interpretaciones de las necesidades de seguridad de Maslow (1970)Ref27 según el sector de población (partidarios de la seguridad sanitaria vs. partidarios de la seguridad económica). Por otro lado, en el caso de la guerra nos hemos encontrado con un factor de prospección con carácter explicativo: la preocupación por un posible desabastecimiento de recursos básicos en un futuro cercano. Sería la estimación de que ocurra una situación extrema lo que provocaría la inseguridad: a mayor probabilidad considerada de que suceda, mayor preocupación, desde una lógica racional. En segundo lugar, la creencia sobre el uso de armas de destrucción masiva por parte de Rusia en el conflicto generaría una inseguridad justificada por la capacidad nociva del país agresor. Finalmente, se muestra importante la duda sobre el uso de estrategias de desinformación por parte de Rusia, lo que podría reflejar una relación entre la dificultad para discernir entre noticias reales y falsas y una mayor sensación de inseguridad, frente a quienes tienen una posición clara al respecto (en sentido afirmativo o negativo).

En cuanto al policy mood, curiosamente, las políticas demandadas han gozado de mayor poder explicativo como variable independiente respecto a la inseguridad del que muestra esta como factor explicativo de las políticas demandadas, como resultaría lógico, aunque la relación funciona en ambas direcciones. No obstante, hallamos una diferencia de contenido entre las políticas demandadas en cada caso. En el caso de la pandemia, las políticas demandas son de carácter coercitivo -control y aislamiento más exigentes- y no requieren un necesario aumento del gasto público sino del desempeño de la administración, mientas que en el caso de la guerra en Ucrania las políticas demandadas responden a una lógica incrementalista (Gregory, 1989)Ref20, es decir, la puesta a disposición de mayores recursos: más inversión en defensa y un nuevo cuerpo militar, el ejército europeo.

Dada la limitación evidente de disponibilidad tanto de literatura especializada como de datos, resulta imposible comprender, por el momento, la configuración de la inseguridad frente a situaciones excepcionales como las estudiadas, pero sí que hemos avanzado en su caracterización, gracias a la identificación de las variables intervinientes en estos dos casos. Nuestra recomendación es que el diseño de futuras encuestas recoja los hallazgos aquí presentes, de cara a estudios más profundos y prolongados sobre la inseguridad en la opinión pública.

ANEXO

Gráfico A.1. Representación gráfica de los coeficientes del modelo logístico inseguridad frente a la COVID-19
Fuente. Elaboración propia.
Fuente. Elaboración propia.

Gráfico A.2. Representación gráfica de los coeficientes del modelo logístico de la inseguridad frente a la guerra de Ucrania
Fuente. Elaboración propia.
Fuente. Elaboración propia.

Tabla A.1. Efectos marginales, adopción de medidas más estrictas frente a la COVID-19
Fuente. Elaboración propia.
Fuente. Elaboración propia.

Tabla A.2. Efectos marginales, inversión en defensa
Fuente. Elaboración propia.
Fuente. Elaboración propia.

Tabla A.3. Efectos marginales, necesidad de creación de un ejército europeo
Fuente. Elaboración propia.
Fuente. Elaboración propia.

Tabla A.4. Estadísticos descriptivos del Estudio CIS N.º 3.360
Fuente. Elaboración propia.
Fuente. Elaboración propia.

Tabla A.5. Estadísticos descriptivos del Estudio CIS N.º 3.351
Fuente. Elaboración propia.
Fuente. Elaboración propia.

1) Antón, F. (2015). Antropología del miedo. methaodos.revista de ciencias sociales, 3(2), 262-275. http://dx.doi.org/10.17502/m.rcs.v3i2.90 | http://dx.doi.org/10.17502/m.rcs.v3i2.90

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12) Crespo, I., Medina, R.M., Garrido, A., Belinchón, M., y Parodi, J. (2017). ¿Estamos preparados? La gestión de comunicación de crisis en la administración pública española. Instituto Nacional de Administración Pública.

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35) Snedker, K.A. (2012). Explaining the Gender Gap in Fear of Crime: Assessments of Risk and Vulnerability Among New York City Residents. Feminist Criminology, 7(2), 75-111. https://doi.org/10.1177/1557085111424405 | https://doi.org/10.1177/1557085111424405

36) Stimson, J.A. (1991). Public opinion in America: Moods, cycles and swings. Westview.

37) Urteaga, E. y Eizagirre, A. (2013). La construcción social del riesgo. Empiria. Revista de Metodología de Ciencias Sociales, 25, 147-170.

38) Visser, M., Scholte, M. y Scheepers, P. (2013). Fear of Crime and Feelings of Unsafety in European Countries: Macro and Micro Explanations in Cross-National Perspective. The Sociological Quarterly, 54, 278-301. https://doi.org/10.1111/tsq.12020 | https://doi.org/10.1111/tsq.12020

39) Watson, J.T., Gayer, M., y Connolly, M.A. (2007). Epidemics after natural disasters. Emerging infectious diseases, 13 (1), 1-5. https://doi.org/10.3201/eid1301.060779 | https://doi.org/10.3201/eid1301.060779

40) Yñiguez, A. (2007). Reglas básicas de la práctica policial y funcionamiento interno de la Policía. Cuadernos de Trabajo Social, 20, 57-73.

1) Los autores desean agradecer al Dr. Alberto Mora y a los revisores anónimos la lectura del texto inicial así como sus recomendaciones para la mejora de la versión final del artículo.

2) Traducido del original, en inglés.

3) Véase, por ejemplo, el estudio de caso que hace Philip A.G. Sabin en The Third World War Scare in Britain. A Critical Analysis sobre el miedo de la sociedad británica a una tercera guerra mundial, publicado por Palgrave McMillan en 1986.

4) Véase el caso de la histeria colectiva mundial respecto al papel higiénico en los inicios de la pandemia de coronavirus, analizado por Stratton, J. (2021). Coronavirus, the great toilet paper panic and civilization, Thesis Eleven, 165(1), 145-168.

5) Sitio web del Parlamento Europeo, “Public opinion on the war in Ukraine”. https://bit.ly/3SwKg6S

6) N= 3.860 entrevistas para el Estudio N.º 3.351 y N= 2.518 entrevistas para el Estudio N.º 3.360.

7) La distribución de las variables y su operacionalización pueden encontrarse en el Anexo (Tablas A.3 y A.4).

8) Cabe destacar, asimismo, que la edad en este caso se ha introducido transformada en ordinal, dado que así se mejoraban los niveles de ajuste que, en este caso, no son todo lo elevados que desearíamos. A este respecto, señalamos que ello podría deberse a la tipología de preguntas empleadas por el CIS en estos barómetros en los que se incluyen las preguntas sobre la guerra, siendo muchas de ellas dicotómicas, cuando deberían ser, cuanto menos, ordinales, registrando distintos grados de opinión y percepción.

Villaplana Jiménez, F. Ramón

F. Ramón Villaplana Jiménez es doctor en Ciencia Política y Licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad de Murcia, Máster en Política y Democracia por la UNED. Investigador postdoctoral del programa Margarita Salas en la European School of Political and Social Sciences de la Universidad Católica de Lille. Desarrolla líneas de investigación en política digital, partidos políticos y políticas de seguridad.

Megías, Adrián

Adrián Megías es doctor en Ciencia Política y Máster en Gobierno, Administración y Políticas Públicas por la Universidad de Murcia. Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad de Valencia. Profesor asociado en la Universidad de Murcia. Ha trabajado en el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Investiga, principalmente, actitudes políticas, comportamiento y partidos políticos.