Murray, Douglas (2021). La guerra contra Occidente. Cómo resistir en la era de la sinrazón. Península, 408 pp., ISBN: 978-84-1100-109-0
Autores
Fuentefría Rodríguez, David
https://orcid.org/0000-0003-1012-1378
Universidad de La Laguna, España
Datos del artículo
Año | Year: 2023
Volumen | Volume: 11
Número | Issue: 1
DOI: http://dx.doi.org/10.17502/mrcs.v11i1.643
Recibido | Received: 25-1-2023
Aceptado | Accepted: 13-3-2023
Primera página | First page: 1
Última página | Last page: 2
Resumen
Palabras clave:
Abstract
Key words:
Contenido del artículo
Reseña del libro: La guerra contra Occidente. Cómo resistir en la era de la sinrazón
Más duro a la larga que romper una espiral del silencio puede resultar, para el individuo o para la civilización, someterse a los actuales procesos de control social. Así lo ha entendido el periodista británico Douglas Murray, quien, a sus polémicos ensayos La extraña muerte de Europa (2017)Ref3 y La masa enfurecida (2019)Ref4, ha añadido recientemente, en La guerra contra Occidente (2021)Ref1, una tercera y muy meticulosa reflexión sobre las principales retóricas del discurso antioccidental, redondeando con ella, en fondo y contexto, los motivos de sus obras anteriores.
Si en aquellas Murray desbrozaba mediante testimo-nios autorizados, más un amplio trabajo de documenta-ción periodística y académica, los aspectos más oscuros y menos debatidos del fenómeno migratorio y de las políticas de identidad, en esta ocasión es el palio justi-ficativo para la reescritura histórica y la disolución antihu-manista de conceptos como cultura, justicia o represen-tatividad, el que se aviene al escrutinio del autor. Cuatro grandes bloques dividen el trabajo (Raza, Historia, Reli-gión y Cultura), y tres interludios (sobre China, Repa-raciones y Gratitud) lo complementan.
Superdotado en su habilidad para desarmar cualquier radicalismo, Murray analiza en el primer bloque el proceso vírico mediante el cual Estados Unidos ha configurado, partiendo de la academia y hasta los últimos estratos de la sociedad civil, una imagen nacional fraguada entre pánicos morales y odios inoculados contra el capitalismo, la “cisheteronormatividad”, y, sobre todo, el racismo. Sobre los devastadores efectos de la Teoría Crítica de la Raza (TCR), y su progresiva imposición (que no introducción) en el debate social, el libro repasa algunos de sus hitos “históricos” durante las administraciones de Obama y Trump, tanto en el terreno civil como en el educativo, así como su paulatina extensión al sector público. La elimi-nación de determinadas obras clásicas en las escuelas, la promoción de la ruina profesional de cientos de voces críticas pertenecientes a los más diversos campos, e incluso las sugerencias de segregación antiblanca durante la epidemia de la COVID-19, por parte de la agencia nacional de salud pública, han terminado revelando, en opinión del periodista, una proyección especular “monstruosa” de los estadounidenses, urdida al calor de conceptos funda-mentalistas como “racismo sistémico” y “blanquitud insti-tucional”.
La voluntad de revisionismo histórico de estos nuevos revolucionarios, cuyos efectos se aprecian en la transpo-sición deliberada de fechas fundacionales por parte de sus activistas, o en la reinterpretación del devenir estado-unidense sobre la idea de un “pecado original”, que hoy ya se enseña en las escuelas, nutre el bloque segundo. En él, agudamente, Murray se pregunta por qué esta lente se aplica solo a los países de nuestro entorno, descubriendo abiertamente las motivaciones marxistas que subyacen bajo tanta teoría: no interesa, por ejemplo, devolver a las naciones africanas a una época de tradiciones precolo-niales, sino analizar esas culturas a través de la ideología para “salvarlas” a la postre mediante ella. Lo mismo suce-de con los análisis de nuestro pasado y presente cercanos, que en esta óptica prestan una desmesurada atención histórica a las rutas esclavistas dirigidas a Occidente, y poca o nula a las dirigidas hacia Oriente, al tiempo que se apunta, con mano de hierro, contra las figuras clave de nuestra civilización. Con especial inquina hacia personalidades como la de Winston Churchill, en este segmento resulta de particular importancia la detallada denuncia de los taliba-nismos perpetrados por grupos como Black Lives Matter, quienes, como es sabido, han dedicado ingentes esfuerzos en los últimos años a la vandalización o el derribo de estatuas de dichas figuras, mientras —arguye irónicamente el autor— las de Marx y Engels permanecen incólumes allá donde han sido erigidas.
El tercer bloque se enfoca de forma pormenorizada en una idea central: “Occidente está dispuesto a proteger y venerar casi cualquier lugar sagrado, siempre que no sea suyo” (Murray, 2022, p. 209)Ref1. Abundando en una cuestión expuesta en La masa enfurecida (el fin de los grandes relatos espirituales y/o proveedores de sentido, y su gradual sustitución por ideologías humanas, demasiado humanas), estos párrafos delatan la ceguera paradójica que impide, a quienes dicen luchar por la justicia social, recono-cer que sus raíces, en pensamiento y acción, se hunden profundamente en la herencia cristiana.
Tales disonancias redundan en la impermeabilidad de antiguos e ingenuos discursos como el del “buen salvaje” —tendente a simplificar radicalmente la vida moderna—, aunque los pasajes fundamentales en este punto equi-paran el activismo antirreligioso con el antifilosófico, siendo los pensamientos griego y romano el segundo pilar a derrumbar por los antioccidentales, seguido, en fechas más recientes, de la razón ilustrada (esta última parcela cuenta ya con otras muy recomendables barricadas teóricas por parte de algunos autores, con En defensa de la Ilustración, 2018, de Steven PinkerRef5, como referencia de alcance).
Como Haidt y Lukianoff en buena parte de otra obra relacionada, La transformación de la mente moderna (2018)Ref2, Murray denuncia aquí todo proyecto de convivencia deci-dido a prescindir de la verdad verificable. Los párrafos más penetrantes, y a la vez más templados del volumen, se desarrollan en esta sección contra la “intocable” figura de Marx, y contra los eternos retornos y fracasos de su doctri-na, desmitificando también las influencias de Foucault, y de las nuevas “iglesias woke”, incapaces todas ellas de resistir —en lo personal y en lo proyectivo-social— un minuto bajo la óptica con la que animan a diseccionar y reconfigurar permanentemente el mundo.
Perfilado levemente en párrafos anteriores, el ataque contra los puntales y las certezas artísticas de Occidente centra un último bloque en el que se incide en la urgencia de separar la discusión sobre obras de arte, autores y fechas, de toda “lupa” o “perspectiva” politizada de la actualidad, y de las deformaciones y absurdos que tales enfoques causan en las instancias del mundo real. Para ello, se señalan durante un amplio tramo escándalos de toda índole en los que un único hilo conductor —la prédica antioccidental, plagada de falacias y retruécanos— ha logrado articular un esperpento común: desde las acusa-ciones de supremacismo blanco al mural La expedición en busca de carnes raras (Rex Whistler, 1928), expuesto en la Tate Modern, al proceso de “descolonización” de las obras de Shakespeare en las aulas estadounidenses (o en el propio Shakespeare´s Globe Theater londinense), pasando por el revisionismo surrealista que, en 2020, llevó a la British Library a incluir a Oscar Wilde, a Lord Byron, o incluso al propio George Orwell, en una black list de autores relacionados —del modo que fuere— con el colonialismo. La discusión sobre la “necesidad” de cuotas raciales en las orquestas de música, el alcance e impreg-nación de lo antioccidental incluso en el mundo de la jardinería, más un cabal análisis de la discusión sobre la “apropiación cultural”, sirven al autor para preguntarse sobre la madurez del Tío Sam a la hora de afrontar los intercambios sinceros que nuestro verdadero legado (un legado que se extiende por siglos) demanda. Tal argumen-to ejerce también como antesala de una Conclusión última, en la que se exponen, de forma pacífica y racional, abiertas reservas sobre la utilidad de la actual sobrerrepresentación de las minorías en los más diversos ámbitos, y se ofrecen parámetros para apear la cuestión racial de cualquier pro-ceso integrador que pretenda llegar a buen término.
No menos importantes resultan, en su cualidad com-parativa y enriquecedora, los interludios citados. En el pri-mero, la obra desvía acertadamente a China su argumento recurrente en torno a las “alternativas” al modo de vida occidental, destapando la influencia política y económica del gigante asiático en países y organizaciones interna-cionales, así como su modelo de convivencia, manifiesta-mente peor para los derechos humanos, pero sin fecha, que se sepa, para someterse a la implacable fiscalización ontológica que ataca a Occidente desde dentro. En el segundo, Murray despacha con idéntica claridad la polé-mica sobre las reparaciones recordando que los Gobiernos occidentales están formados por personas con una gran variedad de orígenes étnicos, y criticando, mediante un es-quema de lógica pura, la corriente ideológica que ha pues-to sobre el tapete, por increíble que parezca, paliar las injusticias del pasado mediante una importante transferen-cia de riqueza, hoy, de los supuestos descendientes de los opresores a los supuestos descendientes de los oprimidos.
En el último interludio, el autor abraza un concepto poco explorado en las ágoras de hoy, la gratitud, y lo hace delimitando su opuesto, menos explorado aún: el resenti-miento, entendido (en palabras de Nietzsche) como “ape-tencia de amortiguar el dolor por la vía afectiva” (Murray, 2022, p. 272)Ref1, y, para el caso, alimento primordial del fren-tismo antioccidente. En él se atreve además, apoyado en los postulados de Scheler y Schoeck, a explicar buena parte del fondo específico del discurso analizado, descubriendo las venganzas subyacentes a determinadas ideas actuales sobre la justicia, y el trasfondo sobre otras tantas en torno a la igualdad, sobre todo cuando esta viene a exigirse, indica, como “principio universal”.
Con una inestimable paciencia analítica, capaz de crear razón en lugar de controversia prácticamente a cada frase, Douglas Murray presenta, en definitiva, una obra poliédrica y valiente, destinada a devolver el sentido del equilibrio a un modo de vida metastatizado por la sinrazón y el auto-desprecio, al tiempo que anima a emprender un camino de retorno al modelo que nos convirtió, con todas las luces y las sombras que se quiera, en el mejor lugar del mundo para vivir. “Si estamos de acuerdo en que todo el mundo cometió infamias en el pasado, podremos seguir adelante e incluso pasar página” (Murray, 2022, p.160)Ref1.
Referencias bibliográficas
1) Murray, D. (2021). La guerra contra Occidente. Cómo resistir en la era de la sinrazón. Península
2) Haidt, J., y Lukianoff, G. (2018). La transformación de la mente moderna. Cómo las buenas intenciones y las malas ideas están condenando a una generación al fracaso. Deusto.
3) Murray, D. (2017). La extraña Muerte de Europa. Identidad, Inmigración, Islam. Edaf.
4) Murray, D. (2019). La masa enfurecida. Cómo las políticas de identidad llevaron al mundo a la locura. Península.
5) Pinker, S. (2018). En defensa de la Ilustración. Por la razón, la ciencia, el humanismo y el progreso. Paidós.